martes, 16 de febrero de 2010
Domingo con fútbol (sin amor)
El 14 de febrero, no unimos con Gabo, sin mencionarlo y sin tomar conciencia, claro está, para el día, en nuestro caso, de los no enamorados. La tarde incluyó facturas, mate cocido, una partida de ajedrez bastante confusa y un aburridísimo partido sin sonido (Velez 0 - San Lorenzo 0). La conversación derivó, nuevamente, sobre el tópico de las relaciones. Gabo me contaba cómo, luego de haber tomado una decisión final acerca de su relación, estaba profundamente deprimido. Lejos de superarlo cada día, dijo, se sentía un poco más apagado, surfeando en el vacío. Le dije que eso era más o menos normal, que el concepto de superación estaba sobredimensionado por las revistas de psicología berreta, y que las cosas no se superan, simplemente se dejan de lado, o se convivie con ellas, como con un monstruo amaestrado. Le dije que piense también en que este año que pasó hizo grandes progresos en otros campos (cosa que es cierta). Sí, me dijo, pero es como si me hubiese comprado piernas ortopédicas pero me hubisesen cortado los brazos, ahora puedo correr pero no puedo agarrar nada. Nos reímos los dos, y justo nos dimos cuenta de que las piezas estaban mal puestas, de que no había jaque mate para nadie esa tarde, y que era mejor solamente sentir el viento y el sol que invadían suavemente los cuartos de la casa.
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