martes, 29 de diciembre de 2009

21 de octubre

Solo conocemos fantasmas.
En esta tarde de octubre el reverso de las cosas es también una sombra del aire.
Hablo de tu belleza una vez más, como de un cuadro, un lienzo de cara a la pared que yo imagino, con el cielo azul entre los ojos.
Sigo (sin opción) fiel a mi extravío, a kilómetros de mí y de los signos del mundo; rozo las cosas con una canción que machaca mi cabeza, un torbellino congelado, un resplandor que detiene el tiempo, como una escritura eternamente (entre paréntesis).
No hay angustia, camino en silencio, preparo o aguardo el zarpazo de coraje
que oportunamente rasgue el velo aquel, que oportunamente muestre el velo aquel que reinicia el juego de creer (en aferrarse).
Solo conocemos fantasmas, pero eso no puede inquietarnos, la pasión por la verdad es como caer por la madriguera de un conejo, un salón de té en el cuarto a medianoche, un papel que arde y que ilumina un instante las risas en la oscuridad, el trueque de palabras, la imaginación compartida (no hay nada más allá).

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